En las entradas anteriores hacíamos referencia a la pasividad reivindicativa durante el 1º de Mayo, las noticias de Grecia son bastante diferentes. Hasta el Ejercito ha participado en “desfiles silenciosos” para protestar contra las reducciones salariales.
Los expertos como Van Rompuy, Presidente de Consejo Europeo, declaran que la situación de España nada tiene que ver con la de los griegos, aun cuando la tasa de desempleo sobrepasa ya el 20%...
Hoy se han concentrado 100.000 personas se han concentrado delante del Parlamento, protestando por recortes en gasto público, como rebajas en las pensiones y abaratamiento del despido (¿nos suena?).
Será que aquí somos poiquilotermos.
Sí, aquí lo que somos es gilipollas, pero con todas las letras.
ResponderEliminarEso de salir a la calle, de querjarse, de manifestarse está muy mal visto. Parece que los que se manifestaron cuando jóvenes, aquellos que iban con la chaqueta de pana con coderas, patillones y jersey de cuello vuelto, han decidido que ya no son necesarias las manifestaciones. Ahora lo que importa más es tener donde ir a comer, donde ir a cenar, o donde irse a tomar unas copitas con las churris y gachises de turno. Esas gachises luego aprovechan para ir a los platós de televisión a decir con quién comen, con quién cenan o a quién se la comen después de las copitas.
En el país del aborregamiento y del bostezo en el que vivimos, ser un pez que nade contra al corriente o ser una persona que piensa por sí mismo es de ilusos. Es más de "listos" aprovechar el momento, la situación y tener chaquetas reversibles, de varios colores, para aprovechar las coyunturas para cambiarlas.
Decir que uno lucha es ser un radical; decir que uno se preocupa por la situación y quiere cambiarla, un idealista; quedarse en casa y mirar para otro lado, un imbécil.
Por tanto, tenemos lo que nos merecemos, o lo que la mayoría quiere. Hay quien dice que los bancos son necesarios o que los servicios deben privatizarse, pero luego se quejan cuando las hipotecas fluctúan según el Euribor, o cuando Telefónica les cobra lo que le da la gana, o cuando la luz y el agua no dan un servicio como debería de darse. Es en ese momento cuando se les tiene que recordar lo positivo que es la privatización, el pasotismo y la preponderancia del pancismo y el estómago agradecido.
Definitivamente, me reafirmo en mi primera impresión de este comentario: somos imbéciles.