Si esto es una revolución es un asunto extraordinariamente tranquilo. Cuando el hombre algunas veces calificado como el izquierdista más peligroso de España, Juan Manuel Sánchez Gordillo, dirige su ejército de manifestantes utópicos a través del sol ardiente hasta el pequeño pueblo de Albolote, el mayor alboroto lo hacen los que quieren una foto junto al carismático político.
Los anti-disturbios esperan pero los 500 y pico manifestantes, cansados y sudorosos, dejan las pancartas y se dejan caer a la sombra de los frescos árboles del parque Guaynabo y cogen sus botellas.
La reputación de Robin-Hood moderno de Gordillo ha crecido este verano tras una serie de "marchas obreras" a través del sur de Andalucía y de los asaltos a dos supermercados para entregar comida a los pobres.
La ocupación de entidades bancarias y de un hotel de lujo vacío ha mantenido su pequeño Sindicato Andaluz de Trabajadores en los titulares de los periódicos en debate continuo sobre su estilo de acción directa que atrae a aquellos que buscan un cambio radical a la situación española de desempleo, austeridad y recesión.
"A la derecha le gusta hacer creer que somos una banda de peligrosos delincuentes, algo así como un PanchoVilla moderno" dice el barbudo Gordillo con su simbólico pañuelo palestino colgando en inmaculados pliegues "pero esa es la misma estrategia de siempre, criminalizar y después intentar deshacerse de ti".
Después de más de una docena de arrestos y casi 30 años luchando por los campesinos sin tierras (jornaleros) de a Andalucía, no será fácil desanimar en su cruzada al sexagenario Gordillo.
Mientras los manifestantes comían y sesteaban, el personal de un Mercadona cercano está claramente nervioso. Un guardia de seguridad armado con una porra admite que la seguridad ha sido aumentada. La policía, armada, está aparcada en atravesada en la calle.
Desde que los manifestantes de Gordillo se llevaron una docena de carros de la compra con comida de un Mercadona de Écija el pasado 7 de agosto, su presencia provoca la preocupación de que -a pesar de que sus intenciones son declaradamente pacíficas- algún problema podría surgir.
" Si le están quitando al rico para dárselo al pobre me parece genial" dice Antonio Martínez, un pensionista de Albolote que aplaude a la marcha que alcanza la mitad de sus 2 días y 20 millas de distancia.
Los fiscales no parecen estar de acuerdo. Gordillo, que ha sido alcalde de Marinaleda durante 33 años y es diputado en el Parlamento de Andalucía, espera la presentación oficial de cargos contra él.
"Yo no estuve en el supermercado, pero dicen que yo los incité" dice Gordillo. Él y otros 7 se enfrentan a penas de más de 5 años de cárcel.
"Esta es la mayor estafa de la historia del capitalismo" dice Gordillo. "Los bancos han creado una gran cantidad de deuda privada que se ha convertido en 'tóxica', ahora están cogiendo dinero público, aportado por los pobres, para rescatarlos, de eso vienen los recortes en sanidad y educación".
"Nosotros queremos hacer ver que la crisis tiene un rostro humano, que la gente está perdiendo sus casas, sus trabajos, y otros ni siquiera tienen para comer".
El movimiento de protesta de Gordillo concuerda con el de los pacíficos indganados que llenaron las plazas de las ciudades el pasado año. Las camisetas de los indignados abundan, junto con banderas republicanas y banderas con la cara de Ernesto "Che" Guevara. "La situación es critica y creo que ahora existe una oportunidad de cambio. El sistema no puedo solucionar los problemas del pueblo" dice Gordillo.
Su elección en 1979 horrorizó a los conservadores y a los ex-franquistas, en un país que solo 4 años antes había sido gobernado por el General Francisco Franco. A nivel local dirigió a los jornaleros en la ocupación y posterior toma de control de bienes, que eran propiedad de aristócratas ausentes, y supervisó un sistema de auto-construcción de viviendas.
Artículo completo en The Guardian
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