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martes, 15 de enero de 2013

¿Por qué EEUU demoniza a Venezuela?


El 30 de mayo, Dan Rather, uno de los periodistas más famosos de America, anunció que el presidente venezolano, Hugo Chávez, moriría "en un par de meses como mucho". Cuatro meses después Chávez sigue vivo e inmerso en la campaña y con con grandes expectativas de ser reelegido el domingo. (N. del T: artículo publicado el 3/10/12).

Tal es el grado de tergiversación sobre Venezuela -probablemente el país sobre el que se han publicado más mentiras- que un periodista  puede decir cualquier cosa sobre Chávez sin ser contradicho, mientras diga algo negativo. Lo peor es que, Rather, se refiere a Chávez como "el dictador" (un término que pocos o ningún politólogo familiarizado con el asunto toleraría).

Esto es lo que Jimmy Carter dijo sobre la "dictadura" venezolana hace unas semanas: "A decir verdad, de las  92 elecciones que hemos monitorizado, puedo decir, que el proceso electoral en Venezuela ha sido el mejor del mundo".

Carter ganó un Noble por su trabajo estudiando procesos electorales en el "Centro Carter", con el que ha observado y certificado las anteriores elecciones venezolanas. Pero debido a que Washington lleva más de una década desprestigiando al gobierno venezolano, su punto de vista recibe escaso eco. De hecho sus últimos comentarios pasaron casi totalmente desapercibidas para los medios estadounidenses.

En Venezuela, los votantes deben tocar la pantalla de un ordenador para emitir su voto y recogen un recibo que deben verificar e introducir en una urna. La mayoría de las papeletas son comparadas con el recuento electrónico. Este sistema hace casi imposible el fraude electoral; para robar un voto sería necesario hackear los ordenadores y luego volver a rellenar las urnas para que la votación amañada coincida.


A diferencia del sistema estadounidense, donde no sabemos realmente quién ganó en las reñidas elecciones entre Bush y Gore, los venezolanos pueden estar seguros de que su voto cuenta. Y otra vez más, a diferencia de Estados Unidos, donde 90 millones de votantes no pudieron votar en Noviembre, el gobierno venezolano ha hecho todo lo posible para aumentar el registro de votantes (ahora en un récord de 97%) y la participación.


Aun así, la élite que regula la política exterior de EEUU (que incluye a la mayoría de medios de América y de occidente) se encrespa al contemplar el proceso democrático venezolano. En un informe programado para las elecciones, el "Comité para la Protección de los Periodistas" dijo que el gobierno controlaba un "imperio mediático", sin informar a los lectores de que la televisión nacional venezolana tiene solo un 5-8% de la audiencia venezolana. Por supuesto que Chávez puede interrumpir la programación normal con sus discursos (es una ley anterior a su gobierno), y que regularmente lo hace, pero la oposición aún cuenta con la mayoría de los medios de comunicación, incluyendo radio y prensa escrita (sin mencionar, además, la mayoría de los bienes e ingresos del país).


La oposición probablemente perderá estas elecciones, no por las ventajas del gobierno (exageradas en todo el hemisferio, incuyendo EE.UU.) sino porque las condiciones de vida de la mayoría de venezolanos han mejorado dramáticamente durante el gobierno de Chávez. Desde 2004, cuando el gobierno se apoderó de la industria petrolera y la economía se recuperó de la quiebra, los intentos extrajudiciales para echarlo se dispararon (incluyendo el golpe de estado respaldado militarmente por EEUU y la huelga petrolera de 2002-2003). La pobreza se ha reducido a la mitad y la extrema pobreza en el 70%. Sus medidas solo han aumentado los ingresos. Millones de personas tienen acceso a la sanidad por primera vez y la escolarización se ha duplicado, en la mayoría de los casos siendo de matriculación gratuita. Por contra, las dos décadas que han precedido a Chávez han protagonizado uno de los mayores fracasos económicos de la América Latina, con un descenso del poder de adquisición de un 14% entre 1980 y 1998.


En Washington la democracia es solo una definición; "¿Un gobierno hace lo que el departamento de estado quiere que haga?". Por supuesto, allí, la idea de un político cumpliendo con lo prometido es también un concepto desconocido. Por supuesto no solo el gobierno venezolano está en el punto de mira de las élites de Washington, sino que lo están todos los gobiernos de izquierdas e independientes de Sudamérica, incluyendo Argentina, Ecuador, Bolivia (solo Brasil es considerado demasiado grande para sus ambiciones, excepto para la derecha), el Departamento de Estado intenta mantener continuamente un ojo en el botín: Venezuela cuenta con 500 billones de barriles de crudo, y no acepta las políticas exteriores de Washington. Esto hace que sea el enemigo público numero uno y se lleva lo peor de la cobertura informativa.


Pero Venezuela forma parte de la "primavera latinoamericana" que ha engendrado los gobiernos más democráticos, progresistas e independientes que la región ha tenido jamás. Han trabajado juntos, y Venezuela ha sido uno de los apoyos más firmes para sus vecinos. Estas son las palabras del actual presidente brasileño, Lula da Silva, el mes pasado: "Una victoria para Chávez no es solo una victoria para el pueblo venezolano sino para toda Latinoamérica...esta victoria es otro golpe al imperialismo".


El apoyo de Sudamérica es la mejor garantía para Venezuela contra las continuas intentonas de Washington (que aún gasta millones de dólares en fondos encubiertos) para minar, deslegitimar y desestabilizar la democracia en Venezuela.

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Traducción del artículo de Mark Wisbrot publicado en The Guardian. Wisbrot es co-director del Centro de Investigaciones Económicas y Políticas en Washington.
Aunque el mismo se centre en la actitud de los medios estadounidenses es completamente extrapolable a la prensa española y europea.

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