A principios de mes ha sido despedido y ahora los Prud'hommes, jueces civiles elegidos por los trabajadores y empresarios para resolver las disputas en las empresas, tendrán que ocuparse de su caso.
Según la versión del trabajador, Veolia lo ha despedido a pesar de que había solicitado el traslado a otro puesto. Hace ya 7 años que el hombre se negaba a cortar el agua a las familias que creía que no solo pagaban con retrasos, sino que eran incapaces de pagar: "Intentaba buscar soluciones con ellos. Los enviaba a los servicios sociales o intentaba hacer descuentos en la tarifa". Dejarlos sin agua era imposible para él; "no me han preparado para enfrentarme a situaciones del género", o lo que es lo mismo, mujeres y hombres que aludían a su pobreza para explicar porque no pagaban. "Para mi era una cuestión moral". En siete años, un millar de familias habrían evitado perder el agua en casa gracias a él.
La opinión de la empresa es diametralmente opuesta. Con su comportamiento, dicen, desestabiliza la organización del trabajo, porque los demás agente debían ser enviados a cortar el agua en su lugar. Este sería el motivo del despido. Pero Veolia contradice la versión del empleado despedido. El director regional, Bruno Chalon, insiste en que hay mucha diferencia entre las familias pobres y los malos pagadores: "Son operaciones efectuadas con las personas que se retrasan en los pagos, no con personas que dependen de los servicios sociales".
Según los sindicalistas, las cosas son más complejas: "Es necesario que la gente realice algunas gestiones administrativas, pero frecuentemente las familias se encuentran en tal estado de desesperación que no piensan en ello".
Fuente: La Repubblica.it
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